miércoles, 9 de septiembre de 2009

El palacio de los vientos, Rosa María Echeverría

Isabel de Zubiría ha vivido siempre atrapada en una cárcel de desafecto, observando la vida tras la celosía de su joven aunque gastado corazón. Pierre, su marido, no supo estar a su lado y la hija de ambos, la pequeña Beatriz, habrá de ser capaz de encontrar por sí misma los senderos del corazón. El desamor, la conciencia de tener que valerse por sí misma, los fantasmas del pasado y la cansina erosión que causa el simple paso del tiempo son los anclajes de su amargura. Sin embargo, la capacidad regenerativa del ser humano y el perdón, que aparece con la aceptación real de la vida, puede derribar las más duras barreras. La cuestión, como siempre, es saber si somos capaces de afrontar con audacia el vértigo que produce el cambio.La sensibilidad con que se afrontan las cuestiones relativas a las grandes verdades trascendentales -como el amor, la vida o la muerte-, evidencian una humanidad y profundidad psicológica de los protagonistas, que únicamente los grandes escritores son capaces de alcanzar. Escrito con una notable calidad literaria, El Palacio de los Vientos es una gran novela sobre los abismos del ser humano.

Mi opinión: curiosa combinación de novela y ensayo humanístico, que a ratos se inclina por uno u otro perfil. Esa mezcla no me ha convencido mucho y tampoco el papel de ciertos personajes. Sin embargo, las arriesgadas y bellísimas imágenes que empapan el libro bien merecen su lectura.

La taberna de los destinos cruzados, Ítalo Calvino

El castillo de los destinos cruzados, que Italo Calvino consideraba uno de sus mejores libros y el más fantástico entre ellos, fue publicado originalmente en 1973, tras un complejo proceso de elaboración a través de métodos combinatorios que había iniciado cinco años antes. Las dos narraciones que lo componen han sido construidas a partir de un mismo desafío formal: las posibles interpretaciones de dos diferentes mazos de tarot –el Visconti, para El castillo de los destinos cruzados, con sus delicados miniados que reflejan el refinamiento renacentista, y, para La taberna de los destinos cruzados, el de Marsella, de trazos más toscos y que requiere un lenguaje más popular.

Mi opinión: las rutas imaginativas de Calvino nunca defraudan. La idea de trazar historias a través de un mazo de cartas tiene aquí su reflejo, pero es que el autor no se conforma con eso, sino que elabora una complicada arquitectura que consigue intrincar todas las historias en un cuadrado perfecto. Una lección de estímulo de la imaginación.